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7 señales de que eres adicto a la ambición

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Anonim

Todos tenemos ambición. Nuestra ambición podría involucrar un equilibrio saludable de hambre y humildad, perseverancia y perspectiva. O nuestra ambición podría haberse agriado, podríamos estar aferrados a nuestros sueños a expensas del bienestar propio y ajeno. Podríamos estar derivando cada vez más hacia la adicción a la ambición a gran escala.

¿Cómo determinamos si nuestra ambición es útil o perjudicial? ¿Cómo podemos detectar la adicción a la ambición?

Como alguien que ha luchado personalmente con la adicción a la ambición y que ha ayudado a numerosas personas a navegar por este terreno confuso, he identificado siete signos y síntomas de la adicción a la ambición:

1. Sueños grandiosos

Como adictos a la ambición, imaginamos fantasías detalladas de los maravillosos y felices finales hacia los que nos esforzamos, y nos imaginamos disfrutando de la vida libre de inseguridad, vulnerabilidad, angustia y miedo.

2. Desprecio por el presente y reverencia por el futuro

La realidad actual, coloreada por tonos de gris, nunca puede y nunca estará a la altura del futuro fijo y fantástico representado en nuestros sueños. Como tal, los adictos a la ambición vemos el momento presente como una sala de espera para soportar. Frecuentemente miramos hacia abajo del lucio, fijando nuestros ojos en lo que está por venir.

3. ritmo maníaco

En una elección entre "fácil lo hace" o "rápido y furioso", los adictos a la ambición siempre elegirán rápido y furioso. Estamos siempre apurados, impacientes con los demás, resentidos por las distracciones y muy, muy ocupados.

4. Ansiedad y depresión

Los adictos a la ambición anhelan liberarnos de la inseguridad y la vulnerabilidad. Cuando la vida nos presenta cabos sueltos, confusión, fragilidades y falibilidad, los ambiciosos adictos se vuelven neuróticos y entran en pánico. Los adictos a la ambición también abordan cada día con seriedad y severidad. Aunque la victoria ocasional puede elevar nuestro estado de ánimo, muy pronto descendemos a la desilusión, la desilusión, la fatalidad y la tristeza.

5. Derecho y celos

Ambicionamos a los adictos con audacia en nuestras agendas y esperamos que otros se dobleguen. Cuando los competidores se elevan, podemos ser consumidos por los celos, ver nuestras propias vidas con desprecio y menospreciar cualquier ganancia que hayamos logrado anteriormente.

6. Dificultad para relajarse y disfrutar de placeres simples

Los adictos a la ambición tienen dificultades para relajarse. Las horas no programadas nos ponen nerviosos. Los días abiertos nos llenan de temor. Nos resulta difícil disfrutar de placeres simples. Si debemos descansar, preferimos hacerlo a través de actividades competitivas o pasatiempos cuantificables.

7. Opiniones categóricas y calculadoras de otros

Para actualizar nuestros sueños, los adictos a la ambición averiguamos constantemente quién, entre nuestra familia, amigos, miembros de la comunidad y colegas, puede ayudarnos a alcanzar nuestros objetivos. Priorizamos las interacciones con estos individuos sobre las interacciones con aquellos que consideramos periféricos a nuestro progreso.

Después de leer esta lista, algunos de nosotros podríamos tener la extraña sensación de que nuestra existencia interna ha sido descubierta ante nosotros. Nos guste o no, la adicción a la ambición encaja.

Si ignoramos este diagnóstico y continuamos con los negocios como de costumbre, corremos el riesgo de infligir daños a otros y a nosotros mismos. La adicción a la ambición puede dañar nuestros cuerpos; El estrés perpetuo, la invariable lucha o huida, engrosa nuestras arterias, nos debilita los nervios y aumenta drásticamente nuestro riesgo de sufrir un ataque cardíaco o un derrame cerebral.

Cuanto más salvaje es nuestro impulso para tener éxito, más voluntariamente abandonamos a aquellos que se atreven a perturbar nuestros sueños.

La adicción a la ambición también puede forzar nuestras relaciones más preciadas. Cuanto más salvaje es nuestro impulso para tener éxito, más voluntariamente abandonamos a aquellos que se atreven a perturbar nuestros sueños. Los colegas se convierten en competidores. Familia y amigos, peso muerto. Por el bien de nuestros sueños, ensordecemos nuestros oídos y quemamos puentes.

Sin embargo, como con cualquier adicción, la recuperación es posible.

Paso uno: Reduzca la velocidad.

Identifique oportunidades, cada día, para desacelerar. Tome algunas respiraciones profundas entre correos electrónicos, llamadas y reuniones. Con un tempo menos frenético y más medido, aún podemos abordar nuestras listas de tareas. Simplemente lo hacemos con espacio para respirar.

Paso dos: disfruta.

Sumérgete en simples placeres. Por el placer de hacerlo, regálese un helado. Dé un paseo afuera. Permita que su mente se relaje y que su cuerpo se relaje. Esto rejuvenecerá y renovará, e incluso podría mejorar su productividad cuando regrese a una actividad más ambiciosa.

Paso tres: Da gracias.

Pase tiempo cada día reflexionando no sobre lo que espera ganar, sino sobre los regalos que disfruta actualmente. Si te sientes cómodo haciéndolo, haz una pequeña oración de agradecimiento. La gratitud articulada por los dones en nuestras vidas nos recuerda que, en medio de la lucha y el esfuerzo, ya disfrutamos de una gran cantidad de bendiciones.

Paso cuatro: Done tiempo.

Identifique individuos, desde miembros de la familia hasta amigos y el perro de la familia, que apreciarían su amor y atención. Incluso si se siente inconveniente, done tiempo a estas personas. Demuéstrales a ellos y a ti mismo que estas relaciones son importantes.

Paso cinco: Sueña de nuevo.

Los ambiciosos adictos soñamos sueños de todo o nada. Tome estos objetivos y, quizás muy ligeramente, reduzca la escala. Cree metas que le permitan progresar y alcanzar sin requerir que sacrifique cuerpo, corazón y alma.

Como soñadores, como triunfadores, se nos ha dado un regalo increíble. Nuestra ambición nos impulsa a las alturas que otros solo miran desde lejos. Con una gran aspiración, sin embargo, viene una gran responsabilidad. Si permitimos que el fuego de nuestra ambición arda más allá del control, corremos el riesgo de lastimar a otros. Nos arriesgamos a dañarnos a nosotros mismos. Al aprender a reducir la velocidad, disfrutar, dar gracias, donar tiempo y soñar de nuevo, hacemos espacio para la respiración y el equilibrio, la paciencia y la perspectiva. Seguimos buscando las estrellas, pero lo hacemos con terreno firme debajo de nuestros pies.